
Postres en cinco minutos
Quedas para comer a última hora y te dicen "si quieres trae postre"...genial. Pero tranquila, hoy te traigo cinco postres que se hacen en cinco minutos y con los que sorprenderás seguro.

Postres en cinco minutos
Quedas para comer a última hora y te dicen "si quieres trae postre"...genial. Pero tranquila, hoy te traigo cinco postres que se hacen en cinco minutos y con los que sorprenderás seguro.


Mamá, no juegas nada conmigo

Ayer me pasó algo grandioso, así que se los comparto por si les ayuda. Seguro que es una bobería, pero si alguna está en mi situación y esto le ayuda tanto como a mí, habrá valido la pena.
Galatea (4 años), siempre quiere jugar a lo mismo conmigo. Me dice “mami jugamos a que tú eres el bebé y yo la mamá y vamos al parque y blablablá”. Ella quiere crear una escena. Bien. El problema es que me va guiando durante el juego. “Y ahora me ves y te sorprendes”, “no así no, tienes que decir esto y no lo otro”. Y acabamos más discutiendo que jugando. Total, que ayer me dijo que quería pasar más tiempo jugando conmigo y me di cuenta de que el problema no era el tiempo invertido en el juego sino la calidad del mismo. Así que traté de hacérselo ver. Le dije que era aburrido el modo en que lo estábamos planteando y que había otras mil cosas que podíamos hacer juntas.
Nos fuimos al cuarto de juegos y empezamos a diseñar una escena con pegatinas en un libro, luego jugamos con las muñecas, luego a las tienditas en la cocina de juguete, luego hicimos un dibujo. Y mientras estaba allí jugando con mi hija pensé “¡Estamos jugando!” Pero calladita, como cuando se te acerca un gatito por primera vez y no quieres ni respirar para no asustarlo. A lo mejor les parece tonto, pero esto para mí es un alivio porque tener a la niña todo el día detrás con el mismo juego, parando el juego para darme instrucciones etc, etc. Es horroroso. Acaba el día y tengo la sensación de que no he conectado con ella, de que no he participado de lo que a ella le gusta y me dolía no saber cómo hacerlo.
Creo que es importante que nos tomemos la molestia de jugar con los niños un rato, que ellos sientan que nos importan sus cosas y que nos queremos involucrar con ellos. No ser una voz en off. Los niños no son tontos, ellos se dan cuenta de que estás con el móvil o la tele y no les estás prestando atención. A los adultos nos duele que nos hagan esto, es una falta de respeto y nos alejamos de personas que nos hacen sentir así porque no nos valoran, no les importamos. Bueno, nuestros niños no razonan tanto, pero van forjando una imagen de nosotros y una relación con nosotros. Veo padres con hijos ya adolescentes que están alejados y desean que su hijo se abra y les cuente qué hace, con quién anda, a dónde va, qué le gusta. Quieren hacer cosas con ellos, pero les separa un abismo.
"Y mientras estaba allí jugando con mi hija, pensé: "¡Estamos jugando!"
Nunca crearon ese vínvulo. Cuando el niño hablaba, era interrumpido y el mensaje que recibe es "no me importa lo que estás diciendo" y con el tiempo dejan de intentar hablar con nosotros. Cuando el niño venía a buscar tiempo de juego juntos se le negaba "estoy trabajando, ahora no puedo. Sí, sí, tú juega que yo sigo aquí viendo una cosa en el móvil." Y se transmite el mensaje de que no nos interesan sus cosas. Pánico y terror. Todos buscamos la comunión íntima con alguien y, cuando mis niños pequeñitos sean adolescentes y tengan tristezas y problemas de verdad, quiero ser su persona. Quiero que vengan a hablar conmigo sabiendo que les escucharé, quiero que me digan "mamá, vamos al cine a ver tal película juntos o a tomarnos un helado". Quiero ser un apoyo y que busquen en mí y en su papá la fuente de la respuesta a sus preguntas.
Obviamente, no podemos estar todo el día jugando y ellos tienen que entender que no son el centro del mundo pero, seamos sinceros, ¿cuánto tiempode reloj pasamos al día implicados con ellos? Sin móvil, sin interrupciones, sin tele. Focalizados en ellos haciendo cosas de niños.

Para mí es una lucha, me cuesta, pero vale mucho la pena. Siempre va a haber platos que lavar, ropa que recoger, mensajes que responder. Pero luego Google nos va recordado las fotos de nuestros hijos de "hace 1 año", "hace 4 años". Y pensamos "¡¿Ya?!" Sí, ya. Los días se van. Comen, los bañamos, los llevamos a sus actividades, al parque, les damos de comer, ven dibujitos y los acostamos. Y otro día, y otro año. Que podamos tomar tiempo para vivir a nuestros hijos y desarrollar una comunión estrecha con ellos que nos permita estar, luego, cuando sea más importante.